Estás dispuesto a seguir?

 

Estuviste todo el día en el trabajo pensando en lo que quieres llegar a hacer una vez a casa. Por un motivo u otro, sales más tarde que normalmente, te demoras 2 a 4 veces el tiempo usual en volver, para finalmente lo único quieres hacer, es echarte en el sillón, comer algo, y dormir.

Y luego recuerdas: “Tengo un compromiso conmigo mismo”, y esa sensación de mitad no tener ganas, y mitad sí, te cruza el cuerpo.

Existen tres alternativas, haces lo que tenías pensado, no haces nada, o una alternativa un poco más compleja, te engañas simulando que hiciste algo, o que lo harás después. Lo cual finalmente deja dos alternativas, te levantas del sillón, sacudes las migas del pan que te acabas de comer, y te pones a trabajar, o te quedas durmiendo con el control del televisor en la mano.

Es posible que la idea sea compleja, y bastante difícil, lo suficiente como para ser atractiva y motivarte, y a la vez, ser tan grande que es abrumadora.

Como la cumples?

Divide y avanza. Separa en partes lo suficientemente pequeñas que sabes que puedes completar, pero no TAN pequeñas que tu vecino te escuche roncar.

Como cuando se aprende a caminar, pones un pie frente al otro, para ni siquiera darte cuenta y estar ya terminando lo que te habías propuesto.